La reserva cognitiva, que es y porque debemos fortalecerla para proteger nuestro cerebro.
El cerebro tiene una capacidad asombrosa: la reserva cognitiva. Una especie de almacén de recursos que permite compensar los efectos de una lesión o una enfermedad neurodegenerativa.

Y lo mejor de todo es que podemos construir y reforzar esta reserva a lo largo de nuestras vidas. Sí, escuchaste bien. Los científicos se han dado cuenta de que si realizamos actividades diversas, que nos reten a pensar y sobre todo que nos gusten, podemos fortalecer a nuestro cerebro y volverlo súper ágil, creativo y ayudarlo a protegerse de daños a futuro.
¿Pero cómo funciona la “reserva cognitiva” y cómo podemos fortalecerla?
La salud cognitiva de tu cerebro, o sea la capacidad que tenemos de pensar, aprender y recordar con claridad a lo largo de nuestras vidas, depende de dos cosas: la reserva cerebral y la reserva cognitiva. Piensa en tu cerebro como si fueran una computadora.
Una computadora tiene dos componentes principales: el hardware y el software. La reserva cerebral es como el “hardware” de tu cerebro, los componentes físicos, la estructura base que heredas de tus padres.
Por ejemplo, tus genes, el tamaño de tu cerebro, cuántas neuronas tienes. La reserva cognitiva es como el “software”, son los programas que le has “cargado” o “instalado” a tu cerebro y los podemos ir acumulando.
Por ejemplo aprender un idioma, leer, escribir un blog, jugar juegos de mesa, o hacer manualidades. Todas estas actividades hacen que tu cerebro sea más ágil, más creativo y lo retan a ser más adaptable. Lo fascinante es que varias investigaciones han demostrado que aunque nuestro cerebro tenga lesiones o problemas en el hardware, si le instalamos más programas y reforzamos la “reserva cognitiva” nuestros cerebros tienen más herramientas para improvisar, para protegerse de los efectos de estas lesiones y casi que sacarle la vuelta a los síntomas de la pérdida de salud cognitiva.
Los científicos todavía no entienden bien a nivel fisiológico cómo es que nuestros cerebros logran protegerse de esta manera. Lo que sí está muy claro son sus efectos positivos.
Entonces si no sabemos todavía cómo es que funciona la “reserva cognitiva” ¿cómo sabemos que existe? Esto es gracias a cientos de monjas que permitieron que un joven científico estudiara sus cerebros en los años 80.

El llamado “estudio de las monjas” es la evidencia científica más clara que tenemos sobre el poder de la “reserva cognitiva” para proteger nuestro cerebro.
En 1986, David Snowden quería estudiar las capacidades cognitivas de las personas a través de los años y se dió cuenta que las monjas serían el grupo de control perfecto porque tenían un estilo de vida muy similar. 678 hermanas de varios conventos en Minnesota aceptaron tomar exámenes cognitivos y de memoria cada año y aparte donar sus cerebros después de su muerte para que fueran estudiados.
Después de 15 años de estudiar a las hermanas, Snowden y sus colegas se dieron cuenta de que las monjas que más leían, daban clases y se mantenían activas tenían cerebros excepcionales. Y resaltó un caso en particular.
Hasta su muerte a los 101 años, la hermana Mary tuvo excelentes resultados en sus pruebas cognitivas. Pero cuando examinaron su cerebro, vieron que estaba lleno de las lesiones clásicas de la enfermedad de Alzheimer. O sea que a nivel físico, el cerebro de la hermana Mary “tenía” Alzheimer, pero nunca presentó los síntomas clásicos de la enfermedad aunque las lesiones estuvieran ahí.
La hermana “Mary” construyó y reforzó su reserva cognitiva durante toda su vida, leyendo, escribiendo, usando su memoria para aprender rezos y canciones de alabanza, platicando con las otras hermanas y encontrando felicidad en estas actividades.

Es como si su cerebro tuviera tantas herramientas y fuera tan creativo que le sacó la vuelta al Alzheimer. Nunca es tarde para enriquecer tu reserva cognitiva aunque si empezamos desde chicos, mejor. ¿Y qué actividades sirven? Las que nos desafían a concentrarnos, a aprender algo nuevo, a usar nuestra memoria, a pensar de manera estratégica, las que nos hacen interactuar con otras personas y sobre todo que nos gusten.
Cuando algo nos gusta, le dedicamos más atención y de paso ayudamos a combatir otro de los grandes enemigos de la salud cognitiva: la depresión. Ojo, no hay olvidar que el cerebro es parte del cuerpo y que por lo tanto hay que cuidarlo también. Aunque hagamos todos los crucigramas del mundo y hablemos veinte idiomas, esto no va a servir de mucho si no cuidamos del resto del “hardware”. Así que si alguna vez escuchaste el refrán “mente ocupada, mente feliz”, te proponemos una leve corrección para seguir el ejemplo de las monjas del estudio y construir tu reserva cognitiva: “mente ocupada, mente saludable por más tiempo”.
Te invitamos a mejorar tu salud cerebral con nuestros suplementos nootrópicos y te invitamos a conocer las promociones que tenemos disponibles para ti.