Pensamiento creativo.
Imaginemos por un instante que estamos en el último piso de un edificio alto y podemos contemplar la ciudad de noche, una gran ciudad. Si prestamos un poco de atención, notaremos algunas zonas, no muchas, con las luces encendidas.
Si logramos distinguir los autos que deambulan por la noche en esa ciudad, también veremos que, en general, solo unas pocas avenidas, iluminadas tanto por sus faroles como por esos autos que las transitan, tienen luz a esa hora. El cerebro es un poco así, como una ciudad en penumbras, pero siempre con algunas avenidas, calles y luces encendidas.
Nuestro cerebro, siguiendo esta metáfora, cuenta con muchas posibilidades de iluminación, podemos encender un montón de faroles, conectar neuronas, pero son pocas las avenidas o surcos neuronales prendidos, conectados, utilizados todo el tiempo.
Esto pone de manifiesto que tendemos a utilizar la misma información para resolver cualquier tipo de problema. Es decir, buscamos en estas calles iluminadas por información conocida algo que ya hemos visto, que ya hemos experimentado. Sin embargo, tenemos siempre la posibilidad de recorrer otras calles y avenidas que están menos iluminadas y de buscar material nuevo, ideas o soluciones creativas.
Es como si viviésemos en un modo semiautomático donde las respuestas a nuestra problemática y desafíos provienen en su mayoría de nuestras experiencias, certezas y cultura. Podríamos decir que estos son los nombres de las tres grandes avenidas que están encendidas todo el tiempo.
El cerebro es un gran conservador de energía. Para nuestra supervivencia siempre fue y es positivo guardar un poco de ella por las dudas de que suceda algo imprevisto y debamos escapar o pelear. Esto produce que, ante un desafío intelectual, primero busquemos información en lo que ya conocemos.
Vivimos de experiencias, entonces siempre encontraremos información allí. Pero si queremos buscar nuevas formas o ideas, si queremos inspirarnos, tener una revelación para construir algo creativo, debemos hacer un esfuerzo para encender y conectar otras neuronas.
Esfuerzo significa a gasto de energía. Si lo logramos, podremos encontrar distintas posibilidades y respuestas para una misma pregunta, problemática, objetivo o desafío.
Cuando nos levantamos por la mañana tenemos que ir a trabajar, a la escuela o a donde nos dirijamos todos los días, ¿Por dónde vamos? Siempre o casi siempre tomamos el mismo camino. La misma avenida, las mismas calles, el mismo camino o la misma línea de transporte. Me animaría a decir que podemos cambiar dos, tres o cuatro veces como máximo la ruta para llegar a donde tengamos que ir cada mañana.
¿Para qué tomar otras calles o transportes, si sabemos (certeza) que vamos a llegar por ese mismo camino (cultura y experiencia)? El cerebro no quiere esforzarse no gastar energía en lo que ya conoce. Tiene patrones y estructuras de pensamiento que se van estableciendo en nuestras redes neuronales según pasan los años y se acumula experiencia. Las avenidas iluminadas de la gran ciudad.
Como veremos, el proceso creativo desinhibirá esos patrones y estructuras para permitirse diferentes posibilidades de pensamiento.
En la escuela primaria empezamos a jugar cada vez menos. Nuestra educación está basada en procesar información sobre lo que ya sucedió, sobre lo que pensaban muchas de las personas que ya no existen y sobre qué es lo que existe hoy. Es decir, la gran mayoría de nuestras respuestas se basan en información conocida. Lo que sucede al hacer esto es que estamos dejando de pensar.
Nos enseñan a no pensar. En otras palabras, cuando pensamos que conocemos las respuestas, basados en nuestra educación, en ese momento nuestros pensamientos mueren. Y este es el motivo por el cual a muchos de nosotros nos cuesta tanto usar nuestra imaginación y creatividad para desarrollar ideas nuevas.
Nuestras ideas están estructuradas de manera fuerte y predecible en propiedades muy particulares, categorías o conceptos muy determinados. Pensar de manera creativa requiere la habilidad de asociaciones y conexiones entre dos o más temas diferentes. De esta manera, se puede crear nuevas categorías y nuevos conceptos, pero no nos enseñan a procesar la información así.
Dicho de otra forma, química mente pensamos de manera reproductiva, es decir, sobre la base de los problemas que nos hemos encontrado en el pasado. Enfrentamos nuevos problemas fijados en algo que ya nos ha ocurrido o que ya hemos trabajado con anterioridad.
En el inconsciente nos preguntamos: ¿Qué aprendí en mi vida? ¿Qué aprendí en mi educación, en mi trabajo, sobre este problema? Entonces el cerebro selecciona de manera analítica el enfoque más prometedor basado en experiencias pasadas y así excluye otro tipo de tratamiento. Trabaja de manera clara y definida en dirección a una solución del problema utilizando enfoques pasados.
No somos consientes de que hacemos esto. En lo que llamamos “patrones dominantes de pensamiento”. Es importante reconocer que estos patrones simplifican muchas veces la complejidad de la vida. Poder hacer nuestro trabajo, manejar un auto o subirnos a una bicicleta sin caernos. Todo es gracias a estos patrones mentales que simplifican la asimilación de datos complejos.
Ejemplo de pensamiento creativo.
Dos grupos de cientos de estudiante universitarios recibieron la siguiente consigna:
Grupo 1: Tienen siete años y la escuela hoy no abrirá sus puertas. Tiene todo el día para ustedes. ¿Qué harán? ¿A dónde irán? ¿Qué mirarán?
Grupo 2: Tiene todo el día para ustedes. ¿Qué harán? ¿A dónde irán? ¿Qué mirarán?
Después de que ambos grupos escribieran las respuestas durante diez minutos, se les dio una serie de acertijos y ejercicios; por ejemplo, encontrarle un uso alternativo al neumático de un auto muy viejo. El grupo 1, que por un instante se sintió de siete años, fue de lejos muchos más creativos en los acertijos y generó el doble de ideas que el grupo 2.
Característica del pensamiento creativo.
Podemos recuperar nuestra creatividad perdida, pretendiendo ser chicos otra vez. El pensamiento creativo es pensar productivamente. Al enfrentarnos con un dilema, preguntarnos primero cuántas formas distintas hay de que ese problema, cuántas formas de repensarlo, de resolverlo, en lugar de preguntarnos qué hemos aprendido para solucionarlo. La importancia del pensamiento creativo es llegar a diferentes respuestas, muchas de las cuales quizá sean muy poco convencionales y algunas, posiblemente, únicas.
Además, los elementos del pensamiento reproductivo, fomentan un pensamiento muy rígido. Debido a esto, muchas veces fallamos al intentar resolver un problema. El pensamiento reproductivo nos conduce a ideas típicas y poco originales. Si siempre piensas de la misma manera, siempre vas a obtener las mismas ideas viejas.
Cómo desarrollar el pensamiento creativo, la técnica de las seis palabras.
¿Cuál es la esencia de tu desafío creativo? ¿Puedes escribirlo y describirlo en una frase con solo seis palabras? “hacer lo que es imposible hacer.” “Clientes felices de consumir mi producto.” “No me llevo ninguna materia en marzo.” “Suerte que todavía no me casé”, etc.
Reducir un problema complejo en una frase simple de seis palabras estimula tu imaginación.
Para poder generar, creativamente, distintas asociaciones y conexiones entre temas diferentes se necesitan mezclar conceptos. Esto es una de las formas de pensamiento creativo. Para lograr la mezcla de conceptos hay que desinhibir los pensamientos y dar lugar a diferentes posibilidades. Mezclar dos o más conceptos en un mismo espacio mental da forma a las nuevas ideas. Los niños son expertos en conceptos.
Cuando somos pequeños, nuestros pensamientos son como un vaso de agua: inclusivos, fluidos y claros. Todo se mezcla con todo y todo se puede combinar, realizando un montón de conexiones y asociaciones posibles. Por eso, los niños son creativamente espontáneos. Pero en la escuela nos enseñan a definir, segmentar, segregar y etiquetar en categorías separadas. Estas categorías permanecen divididas toda nuestra vida y no se tocan entre ellas. Es como si ese pensamiento líquido de los niños se congelara en cubos de hielo.
